Internet de las Cosas va ganando terreno rápidamente y ya no es algo limitado solo para la gente con alto poder adquisitivo. Se puede tener una vivienda inteligente con poca inversión.
Casas con sistemas interconectados como las que pueden verse en cientos de películas futuristas ya existen y pueden crearse a partir de cualquier vivienda por medio de la instalación de dispositivos domóticos.
Claro, para esto tienes que tener una casa, pero de ahí a convertirla en una vivienda inteligente el trecho no es tan largo ni tan costoso como puede parecer. Lo que tienes que hacer es conseguir un terminal Z-Ware, cuyo precio no llega a los 200€, y añadir sensores para las distintas funciones deseemos automatizar. Los sensores cuestan cerca de 60€ cada uno.
¿Cómo se comporta una casa inteligente?
En primer lugar hay que aclarar que una casa inteligente no es autónoma, es decir, no tomará decisiones por su cuenta y lo que hará simplemente es obedecer las instrucciones que le dé el usuario.
Por ejemplo, supongamos que al salir del trabajo el usuario desea encontrar su casa a media luz, con una temperatura de 22 ºC y con música clásica de sonido ambiente, ya que es aficionado a la música de orquesta. El sistema de sensores de la vivienda inteligente es capaz de detectar, a través de un GPS, la cercanía del usuario, y atemperar la casa, encender el equipo de sonido y encender las luces al 50% de su máxima potencia.
Lo mismo puede hacerse en grandes edificios, en locales comerciales o en hoteles. Por ejemplo, en un hotel, cuando un huésped se registra, pueden preguntársele sus preferencias de modo que al insertar la llave electrónica en la puerta, la habitación lo reciba en las condiciones descritas previamente.
Beneficios de tener una vivienda inteligente
Los beneficios de instalar domótica en casa son muchos. Los más conocidos son el ahorro energético y la seguridad, pero no son los únicos. Veamos algunas grandes ventajas de tener una casa inteligente:
- Seguridad: una vivienda inteligente puede supervisar y controlar los accesos a la propiedad y, en caso de intrusión, avisar a las autoridades y al usuario de manera autónoma. La vivienda puede programarse para parecer habitada mientras el usuario está de vacaciones. A estas funciones de seguridad contra intrusos, se les suman las de actuación en caso de incendio, fuga de gas o inundación.
- Confort: la temperatura e iluminación de la casa se mantienen constantes, aprovechando al máximo las condiciones de luz y temperatura del exterior. Las persianas se abren y cierran automáticamente, y la televisión y equipo de sonido se ajustan a las preferencias del usuario.
Este puede, incluso, puede automatizar la preparación de café todas las mañanas y hacer que la nevera haga un pedido al supermercado cuando se agota la existencia de algún producto.
- Ahorro energético: el control inteligente y la autorregulación de todos los dispositivos eléctricos y electrónicos de la vivienda consiguen un gasto óptimo de electricidad, mucho menor que el producido por un usuario que controla cada electrodoméstico manualmente y por separado.
Además, se efectúan lecturas y registros constantes de las cargas eléctricas presentes en la casa, para secuenciarlas y evitar un consumo simultáneo que dispare la factura de la luz.
- Tiempo libre: todas las funciones y mantenimientos automáticos de los sistemas domóticos redunda en tiempo libre que el usuario puede disfrutar y dedicar a sus hobbies o al descanso. Es una inversión win-win.
Un sistema de interconexión para todos los equipos
Como ocurrió antes con Internet, uno de los retos es estandarizar el protocolo que comunica a todos los electrodomésticos y dispositivos inteligentes. Este es un trabajo que no muchos protocolos han conseguido y uno de los sí lo han hecho se llama Z-Wave. Se trata de un protocolo de radiofrecuencia que permite que todos los dispositivos se comuniquen entre sí sin cables (bus) de comunicación, reduciendo los costos de obra a menos de la mitad y democratizando la domótica.
Es un estándar de comunicación estadounidense presente ya en Europa que está integrado en muchas marcas de electrodomésticos y de dispositivos, que utiliza la señal al Wi-Fi de la casa para enviar y recibir instrucciones, y que puede controlarse desde cualquier dispositivo móvil.
Z-wave trabaja en la banda de 868MHz, para evitar interferencias con otras frecuencias. Puede trabajar a 40 kbit/s a una distancia de hasta 30 metros, distancia más que suficiente para la gran mayoría de viviendas.
Características de Z-wave
Z-wave funciona como una malla de señales en la que cada elemento es un nodo receptor – emisor, de esta forma la señal es siempre redundante. Se pueden establecer grupos (seguridad, iluminación, alimentos, temperatura, jardín) para que todos los elementos de ese grupo funcionen del mismo modo.
En Z-wave se establecen dos tipos de dispositivos: los controladores y los esclavos.
- Controladores: como es fácil de adivinar, son los cerebros que inician y envían comandos de control a todos los nodos. Contienen información acerca de toda la red, de modo que si falla un sensor, pueda comunicarse con otro nodo evitando el colapso de la instalación.
El primer controlador que se instale será el primario y creará y administrará la red. Éste debe ser un controlador de instalador, que lleva adelante tareas de mantenimiento y configuración.
Tambián existen controladores puente que permiten a Z-wave comunicarse con elementos KNX, TCP/IP, BACnet, y otros sistemas domóticos con diferentes protocolos de comunicación.
- Esclavos: sólo obedecen instrucciones, las ejecutan y responden. Ellos no pueden comunicarse directamente entre sí.
La única desventaja de Z-wave es el consumo eléctrico debido a los dispositivos que requiere para su funcionamiento. Aun así es una gran alternativa cuando no se dispone de presupuesto para instalar domótica cableada.
Una veloz carrera al futuro
La casa inteligente ya no es una invención fantástica sino, como hemos visto, una realidad tangible. La aparición de súper-materiales, nanotecnología, software libre, la estandarización de protocolos de sistemas informáticos y, sobre todo, la popularización de Internet, han hecho de la aldea global una realidad clara.
Como suele ocurrir, la excesiva oferta de servicios provoca una bajada de los precios que nos acerca cada vez más a disfrutar de la domótica en casi cada casa, lo que además es un compromiso con el ambiente ya que esta tecnología permite ahorrar energía y cuidar el planeta.
Una nevera que utiliza tecnología de la NASA y es capaz de reciclar y purificar el aire que contiene para suprimir las bacterias que pudren los alimentos cuesta mucho dinero, pero un simple sensor que nos indica que se ha acabado la leche o las verduras no cuesta casi nada.
La domótica llegó para quedarse y las ciudades inteligentes están a un paso de formar parte de nuestra cotidianidad.